Las Flechas amarillas: ¡Qué importantes son! Nos indicant la dirección del Camino y de no ser por ellas, a veces no sabríamos a dónde ir. Al encontrarlas, recuperamos la confianza de saber que vamos en la dirección correcta. ¿Cómo te has sentido cuando en algún momento del Camino parecía no haber flechas? Qué bien que en el Camino alguien pintó las flechas amarillas! Y resulta que nuestra vida es un Camino. En muchas ocasiones nos sentimos perdidos y nos frustramos al no encontrar dirección, ni referencias que nos den seguridad. ¿Qué flechas sigues? A quién o qué miras para encontrar orientación?
La Mochila: Cuando estabas en casa no perecía importar si ponías pocas o muchas cosas en la mochila, pero ahora que tienes que cargar con ella… Andando te das cuenta de lo que pesan las cosas y de cuántas de ellas podrías prescindir. En el Camino de la vida, todos llevamos también una mochila. Sin darnos cuenta, a veces vamos añadiendo cosas y cargándola más de la cuenta. Pero llega un momento en que tanto peso te impide avanzar. ¿Qué es lo que cargas innecesariamente en tu mochila? ¿Qué puedes sacar de tu mochila hoy mismo para hacer más ligero tu viaje?
La Tirita: Ampollas, heridas, rasguños, torceduras… ¡Cómo duelen! Nadie escapa del dolor en el Camino. Tarde o temprano el cuerpo se resiente. Entonces, quizás sea necesario modificar el ritmo o incluso parar. Aunque suene ingenuo, el Camino no sería el mismo sin el dolor. A través de él, nos damos cuenta lo que cuesta el Camino y al acabar cada etapa nos convertimos en personas un poco distintas a cuando empezamos. En el camino de la vida sucede algo parecido. A veces nos pasan cosas con las que tenemos que aprender a caminar. ¿Cómo aprendes a caminar con lo que te hiere en la vida? ¿Sientes que tienes que curar de alguna herida que aún arrastras?
El Bastón: Todo peregrino necesita ayuda extra para continuar andando. Sobre todo cuando ya llevas bastantes kilómetros recorridos. El camino nos permite encontrar verdaderos compañeros de viaje. Piensa en aquellas personas que te has encontrado por el camino, quienes te han apoyado cuando estabas cansado, o te han animado cuando querías abandonar. O quien sencillamente te ha ofrecido algo de conversación durante el trayecto. Quizás el Camino esconda grandes lecciones para la vida y ésta sea una de ellas. ¿Quiénes son tus bastones en el camino de la vida? ¿Eres bastón para alguien? ¿No será que te conviertes en un auténtico peregrino cuando asumes la misión de ayudar a los demás a caminar?
LA Vieira: Antiguamente, todo aquel que llegaba a Santiago andando, recibía un pergamino y una Vieira que colgaba sobre su capa o sombrero. Este símbolo representaba que durante el peregrinaje se había producido un cambio en su vida y volvía a casa siendo alguien distinto. Las conchas, si las miras desde arriba, parecen manos. Simbolizan las buenas obras de Jesús para la humanidad. Quienes llevaban la concha deseaban identificarse con ese estilo de vida, una vida de servicio y amor al prójimo. ¿Qué cambios has experimentado en el Camino? ¿Vuelves a casa siendo igual a como saliste?¿Qué pasos debes dar para llegar a ser un auténtico peregrino de la vida?
EL VERDADERO PEREGRINO
Se cuenta que en el siglo X vivió un hombre que dedicó su vida a peregrinar. Caminó durante miles de kilómetros hasta que finalmente, siendo ya anciano, sus piernas dijeron «hasta aquí». Se retiró a un monasterio escondido en las montañas para recibir su bien merecido descanso.
El viejo hombre, aunque nunca persiguió tal objetivo, se ganó la reputación de ser uno de los hombres más sabios del mundo, o quizás el más sabio del mundo conocido. Como resultado, muchos peregrinos jóvenes de tierras lejanas comenzaron a venir a él en busca de consejo.
Un día, un joven peregrino llegó al monasterio. A pesar de su juventud, había completado la mayoría de los peregrinajes conocidos. Se acercó al anciano y le preguntó: «Maestro, ¿qué debo hacer para ser un verdadero peregrino?» El hombre lo miró a los ojos y sintió compasión de él. «Hijo mío, si realmente quieres ser un auténtico peregrino, regresa a tu casa con tu familia, con tus vecinos, con tus amigos y enemigos y escúchales, sírveles, perdónales y ámales. De esa manera te convertirás en un verdadero peregrino.»
Se cuenta que el jóven tiró su bastón, se dio la vuelta y dejó el lugar sin decir una palabra, profundamente entristecido. Sin duda habría sido capaz de caminar miles de kilómetros más con una carga pesada sobre sus hombros; pero era incapaz de llevar a cabo la tarea que este hombre sabio le encomendaba.»
(Historia inspirada en el encuentro de Jesús con el joven rico)